El arte de catar un vino alcanza su punto más sublime cuando lo elevas al placer de compartir la cata en grupo. La idea de hacer una buena cata de vinos en tu local de restauración, además, es un aliciente con el que poder agasajar a tus clientes habituales y aprovechar la coyuntura para captar a clientes potenciales atraídos por la experiencia de disfrutar de unos buenos caldos y un momento mágico. Por estas razones, te contamos los secretos para organizar este evento. Sigue leyendo para saber qué y cómo hacerlo con éxito.

Detalles imprescindibles en una cata de vinos

Reconocer en un vino su aroma, sus detalles o sus cualidades es un reto que debe de asumir el organizador de una cata de vinos. Los sentidos son una parte importante del evento. Por tanto, hay que prestar atención a todo aquello relacionado con la vista el gusto y el olfato.

  • Temperatura. Es imprescindible que el vino esté a la temperatura adecuada en función de su clase o naturaleza. Así, los caldos blancos jóvenes tienen que servirse entre  6 y 8ºC. Sin embargo, los vinos rosados o blancos con cuerpo tienen que tener una temperatura que oscile entre los  8 y 10 ºC. Si la cata es de un vino tinto joven y ligero es imprescindible que se sirva entre 14 y 16ºC. Y, finalmente, la temperatura de servicio para el vino tinto crianza y reserva tiene que ser de  16 o 18ºC.
  • El primer contacto que se establece en la cata de vinos es el visual. Esta es la primera información que se recibe. La copa de vino se ha de sostener en la mano por la base. Se inclina y sobre un fondo blanco se ha de observar el color, el brillo y la limpieza del vino. Por tanto, tienes que habilitar un espacio con un fondo blanco para que tus clientes puedan disfrutar de este momento con plenitud.

Aroma del vino

  • Tras el reconocimiento visual, el siguiente paso en la cata lo ocupa el olfato. Este sentido es clave para descubrir información precisa de un caldo. Lo primero que hay que hacer es acercar la nariz a la copa sin moverla. Después se ha de mover la copa con un par de giros circulares. Esta operación permitirá que la copa se oxigene. Y, por tanto, se puede apreciar una secuencia de aromas distintos a los que se habían sentido con la copa parada.
  • La fase gustativa es la última del proceso.  Se saborea un pequeño sorbo de vino que tiene que recorrer toda la boca. En ese punto se pueden identificar en la lengua sabores salados, dulces, amargos y ácidos. La segunda parte de la fase gustativa es la retronasal. Es decir, el momento en que se traga el vino. Ahí es cuando la cata permite que se aprecien la boca diferentes cualidades del vino, como la impresión final o el postgusto tras la cata.

Esperamos que esta información sobre la cata de los vinos haya sido útil para ti. Deseamos, asimismo, que te animes a organizar una cata y te invitamos a conocer nuestros vinos y cavas   ¡No te lo pierdas! Contacta con nosotros. En RADI estaremos encantados de atenderte.

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